Nicolás Massieu y Matos

miércoles, 18 de diciembre de 2013

Pintor grancanario que nació en 1876 y falleció en 1954, procedente de una familia burguesa acomodada, desde su infancia fue influido en el arte por su tío, el pintor Nicolás Massieu y Falcón, pero en cambio sus progenitores no estaban desde un primer momento totalmente de acuerdo con que su hijo se dedicara al arte, por lo que su padre hará que su hijo viaje a Inglaterra para dedicarse al comercio hortofrutícola grancanario, posteriormente se trasladará a Italia para proseguir con los negocio, pero el trabajo no evitará que pueda desarrollar su curiosidad artística. Viajará a Parí en donde intenta dedicarse plenamente a pintar, entrando en contacto con la corriente impresionista, y siendo alumno de autores como Eugene Carriere.


En 1909 volverá a su isla natal, pero permanecerá poco tiempo, puesto que viajará a Argentina con su hermano, y en donde seguirá realizando obras pictóricas. Tras la I Guerra Mundial volvería a Gran Canaria, donde sería profesor de la asignatura de dibujo en el Instituto de Las Palmas, hasta que llegara su jubilación.
Durante toda su vida realizaría exposiciones, tanto a nivel insular como nacional. Aunque es considerado un retratista nato, Nicolás se extendió sus pinturas en bodegones y especialmente en el paisajismo de la isla de Gran Canaria, por lo que se le concedería el “título” de “pintor de Gran Canaria”, centrando una gran parte de sus obras en la naturaleza insular, especialmente a partir de 1911, en los cuales se pueden observar grandes juegos cromáticos llenos de luz, esa luz propia de los impresionistas. Para ello solía realizar apuntes rápidos en bocetos que posteriormente en su estudio plasmaba en óleo sobre lienzo y con gran manejo de la espátula, prestando más atención en paisajes del interior de la isla, plasmando la luz a cualquier hora del día, de una manera brillante y con un gran manejo del color. Con la madurez su obra comenzará a acercarse a la realidad, siendo un arte de tipo regional.



Toda su vida la dedicó al arte, desde la enseñanza hasta la pintura, pasando por exposiciones, y dejando un gran legado de obras que reproducen desde la geografía y la flora de la isla, a personajes de la época, que retrató de manera fiel. 

El Patrimonio y la crisis.

Durante estos últimos años en el que la economía del país se ha visto sumida en una Crisis económica, diversos recortes han afectado -y mucho- a nuestra sociedad. Pero también hay que recordar que no es sólo en la educación en las escuelas en donde nos recortan los presupuestos, sino también en la educación cultural, por lo que una parte afectada es nuestro patrimonio cultural. Cierto es que una inversión apropiada en el patrimonio ayudaría al conocimiento y difusión del mismo, pero también a la formación de empleo, a fomentar el turismo y alguna cosa más, lo cual sería tanto beneficioso para el patrimonio, y por qué no, para la economía. Son muchísimos los empleos que se pueden llegar a dar, y las formaciones a desempleados, los cuales podrían encargarse, por ejemplo, de catalogar medios audiovisuales o de la venta de productos en algunos museos, por ejemplo.
Así mismo, esta inversión podría ayudar también a mejorar en la sociedad tanto la creación de más medios culturales, lo cual a su vez puede enfocarse de una manera más global, no solo a la sociedad del lugar donde se conserve el patrimonio, el museo, el centro de interpretación...sino que estos beneficios se pueden relacionar totalmente con mercados mundiales, más amplios.
Un ejemplo muy simple sería la creación de un museo o centro de interpretación, que a su vez implique a los ciudadanos de esa zona, los cuales pueden establecer negocios que estén relacionados con el mismo museo o la temática del mismo, así se desarrollarían tanto empleos dentro de ese museo como en los alrededores, siempre beneficiando a esos vecinos. Pero aún así esto debería estar complementado con una buena difusión, para atraer visitantes, tanto del país como foráneos, para poder mantener estos empleos, ayudando a su vez a la economía del lugar y del patrimonio cultural.
De hecho, se ha de ver que existen varios tipos de distritos relacionados con el patrimonio, ya sea histórico, lugares de valorización, como un museo o galerías de arte, y otras zonas relacionadas con el sector servicios, tal como serían las actividades hoteleras u hosteleras, y la búsqueda de la creación de una pequeña producción, al menos.
Con todo ello se busca la rentabilidad y sostenibilidad patrimonial, la inversión es algo totalmente necesaria, y que cuando se planea realmente bien, no solo es favorable para el patrimonio, sino para toda la sociedad.

Centros de Interpretación

Desde hace unos años, se ha puesto en el candelero la creación de Centros de Interpretación, buscando una nueva de ver y explicar el patrimonio que nos rodea. Pero en diversos artículos podemos observar que estos centros pueden estar muy bien al principio, pero las carencias que tienen cada vez son más grandes, y en general, tiene relación con los problemas de que puede haber entre unos partidos políticos y otros, que buscan méritos para quedar bien con la población de cierto lugar, en concreto, en donde se ha creado el dicho centro, para conseguir votos.

Tanto Jorge Morales Miranda, como Carolina Martín Piñol ven en sus respectivos artículos los defectos que están surgiendo de la creación de estos centros, sin la ayuda adecuada para ellos, lo cual termina haciendo que estos centros cierren, en detrimento del conocimiento del patrimonio. Para empezar, estos centros deben usar un lenguaje coloquial para poder explicar a los visitantes el patrimonio que resguardan e interpretan, y he ahí la palabra clave, "interpretar", algo que si no se lleva al punto de vista de una persona de a pie es como si no se hiciera nada. Quiero decir con esto que todas las informaciones que estos centros tienen para los visitantes han de estar al nivel, tanto de los escolares (que son los que más los visitan) como de adultos con una formación media, hasta personas más cualificadas o científicos, dividiendo el ámbito de la explicación según unas personas u otras, siempre de una manera totalmente didáctica y dinámica, puesto que la función final es aprender sobre nuestro patrimonio.

Pero esto no debe quedar ahí, puesto que el público evoluciona, cambia, y por ello, estos centros deben adaptarse a las necesidades que los visitantes demanden, ya sea con nuevos métodos explicativos, promoviendo la participación del visitante, como adaptándose a las nuevas tecnologías, las cuales ayudan mucho a la hora de hacer que el visitante aprenda por su cuenta también; no sólo debe estar ligado el conocimiento del patrimonio a un guía, puesto que si el centro cuenta con lo que necesita, el visitante, a través de los diversos recursos que pueda haber en el centro, puede aprender y disfrutar del mismo a la vez. Eso si, siempre teniendo en cuenta que no es la cantidad de recursos lo que importa, sino la calidad de los contenidos de los mismos, tampoco hay que hacer que el visitante se abrume ante tanta información y prefiera obviarla, lo que haría que todo lo anterior fuera en balde.

Aún así, pese a todas estas premisas, con el "boom" de los Centros de Interpretación se ha llegado a dar más problemas que hechos favorables, tanto por buscar la ubicación de los mismos, los recursos, los problemas que pueden llegar a darse entre dos grupos políticos que pugnan por los mejores méritos y por la falta de una regulación que equipare los centros, para que no se llegue a dar el abandono o cierre de los mismos.

Y como no, las administraciones de los mismos a veces no contratan a las personas mejor formadas para ello, sino que prefieren encarar esos centros hacia un turismo que sí, lo ve, le parece muy bonito, pero a la hora de la verdad es la sociedad del lugar que tiene el desconocimiento cuando debería ser por igual.

Y tu, ¿qué opinas de los centros de interpretación? ¿conoces alguno? ¿puedes dejarme tu opinión en "comentarios?






Miguel Martín Fernández de la Torre y El Cabildo Insular de Gran Canaria.

martes, 17 de diciembre de 2013

Miguel Martín Fernández de la Torre fue un arquitecto grancanario que destacó en el racionalismo español, siendo la figura principal del racionalismo canario, hermano del pintor simbolista y diseñador, Néstor Martín Fernández de la Torre. Este arquitecto fue quien llevó a las islas los ideales racionalistas, siendo las capitales isleñas un gran marco de variedad de edificios de este tipo, especialmente en la zona de Ciudad Jardín en Las Palmas de Gran Canaria, además de ser el nexo
de unión fuera del Archipiélago.
Nació en Gran Canaria en 1894 y falleció en su isla de origen en 1980. Muy unido a su hermano y su madre, tanto él como su hermano tuvieron ciertas curiosidades por el arte de manera pronta. Estudió arquitectura en la Escuela de Arquitectura de Madrid, terminando su formación en 1920, y durante algún tiempo ejerció su profesión en la Península.
Pronto volvería a su isla de origen, comenzando a realizar obras arquitectónicas, tanto a nivel privado como a nivel gubernamental, manteniendo el  gusto por las líneas simples y limpias del racionalismo, como estilo internacional, diseñando también los interiores de los edificios que realizaba, algo que se puede ver especialmente en las viviendas, que incluye en sus diseños los mobiliarios del mismo, por lo que el racionalismo es un estilo que proliferó bastante dentro de la burguesía isleña, algo que se puede comprobar yendo solamente de paseo a la zona de Ciudad Jardín.
Después de la Guerra Civil, continuó su obra, aunque estableciendo ciertos elementos más ecléticos en sus construcciones, además de integrarse en la arquitectura que el Régimen franquista pretendía establecer, la llamada “arquitectura de corte nacional”, así pues se ve un cambio en sus diseños, destacando obras como la Casa del Niño. También se le encuadra el estilo llamado “neo-canario”, el cual revaloriza lo que se identifica con lo que se supone que es un estilo canario, y en el cual se encuentra el Pueblo Canario, junto con el museo dedicado a su hermano, Museo Néstor, en los cuales trabajaron ambos en los proyectos del mismo.

Entre las obras destacables se encuentran el Cabildo de Gran Canaria, El Casino de Tenerife, El Colegio Alemán, la reconstrucción del Teatro Pérez Galdós, y un homenaje a su hermano, con quien colaboró antes de fallecer, en el Pueblo Canario, con el Museo Néstor.

La obra que he querido explicar es el Cabildo Insular de Gran Canaria, uno de los edificios racionalistas de Las Palmas por excelencia, fue encargado en el año 1930 al arquitecto racionalista Miguel Martín Fernández de la Torre. Se llevará a cabo varias fases de diseño del mismo, comenzando desde un punto de vista ecléctico en 1929, pero finalmente el estilo racionalista será el que prime a partir de 1932, por ser el estilo que estaba comenzando un gran auge en todo el mundo, además del apoyo de la burguesía de la isla que ayudaba al desarrollo del mismo con la construcción de sus viviendas en este estilo arquitectónico. El edificio se situó en un solar entre las calles Bravo Murillo y Pérez Galdós, las cuales eran ejes importantes entre la zona más antigua de la ciudad y la nueva zona de viviendas de la burguesía, como fue Ciudad Jardí
El Cabildo de Gran Canaria, como órgano administrativo no había tenido una cede propia desde hacía bastante tiempo, cambiando de ubicación en diferentes ocasiones y situándose finalmente en el edificio que nos atañe. Por ello, el arquitecto distribuye el interior de una manera funcional, y le otorga al edificio en sus proyectos una representatividad que va de la mano con el órgano administrativo de la isla. Aún así el edificio sufrirá cambios durante su construcción, que concluirá en 1942, especialmente relacionadas con el arquitecto que llevó a cabo su construcción, el señor Laforet, el cual estaba relacionado con el nuevo régimen político que dirigía el país.


  
Se puede apreciar su división en dos grandes bloques longitudinales, y otro lateral más pequeño, con un pórtico con columnas cilíndricas, con una terraza con jardinera en la entrada del mismo, elemento que se utiliza para hacer una división entre el principio del edificio y la propia calle, uniendo el interior y el exterior del mismo. En los años 50 se le añadiría en la entrada del edificio una escalinata lateral en la calle Bravo Murillo.
Encontramos como principales materiales constructivos el hormigón, el ladrillo y la estructura de acero, los grandes ventanales de cristal y estructura tubular en los pasamanos, además de recuperar el uso de la piedra de Arucas, la cual aporta textura en la fachada, introducido por Miguel Martín como un elemento duradero en el racionalismo canario. El interior se estructura funcionalmente con oficinas, sala de reuniones, servicios, vestíbulo de entrada, y una escalera que une el conjunto interior y las plantas. Se usa la posición de las ventanas para hacer la diferenciación de las plantas en la fachada del edificio, puesto que las coloca de manera retranqueada en la segunda planta, uno dos metros hacia el interior, creando con ello un balcón o galería cubierta con columnas cilíndricas y con pasamanos tubular también.


Posteriormente se añade al conjunto uno de los elementos más destacables del conjunto, la torre del reloj, la cual es un gran elemento rectangular que nace desde la parte trasera del edificio, no cuenta con una función específica, pero en la parte baja del edificio se usa para oficinas y para ubicar los servicios, con ventilación hacia un patio posterior. El reloj se añade también posteriormente, y algunos autores sitúan más como un elemento escultórico que como un elemento arquitectónico a causa de su falta de funcionalidad inicial.


El edificio en sí es una gran muestra de la volumetría y geometría que se usa en la arquitectura racionalista, aunando los elementos principales del uso de materiales nuevos que a su vez son económicos en su construcción, la relación de los exteriores del edificio con el interior –más específicamente con la entrada del mismo– y de elementos florales como los que se encuentran en la jardinera exterior.
En el año 2005 se llevará a cabo una reforma y remodelación, que se había comenzado a elaborar el estudio en el año 1994. Se intenta mantener el estilo racionalista, ampliando hacia la parte posterior del edificio el Cabildo con el llamado Edificio de Cristal. Se le añadió elementos nuevos, como un cierre de cristal en pórtico de entrada y una rampa de madera en la puerta del edificio.