El Mercado del Puerto de Las Palmas

viernes, 29 de noviembre de 2013

Una de las nuevas propuestas que nos han hecho en clase es apadrinar un Bien de Interés Cultural. Como no, uno siempre barre para casa, como se dice comúnmente, y en mi caso ha sido así.


El Bien de Interés Cultural que he querido apadrinar es El Mercado del Puerto de Las Palmas, y por qué, se preguntarán muchos, porque soy del barrio de La Isleta, en la capitalina Las Palmas de Gran Canaria, y es un lugar que ha sido parte de todas las familias del Puerto de Las Palmas y del barrio isletero. En mi caso, aún sigo yendo al Mercado; de pequeña iba a comprar café y caramelos a granel, carne y verduras, pero hoy en día uno de los puntos principales de la Ruta de Las Tapas, que comenzó en Vegueta, y se ha extendido por la ciudad.


En realidad también hay otra razón para apadrinar este BIC, y es que, desde niña, su peculiar arquitectura siempre me llamaba la atención, y como no, la curiosidad me llevó a saber que está dentro del movimiento del art nouveau. El frío del hierro y el calor de sus gentes siempre ha sido algo que me ha parecido entrañable,  y supongo que ha sido esta mezcla de elementos lo que me ha llevado a decidirme por el Mercado, conocido por las gentes del barrio de La Isleta, como “La Plaza”.

Era llamado así porque, antes de ser construido el Mercado, existía una explanada donde los comerciantes vendían sus productos, especialmente el pescado, que llegaba  fresco, recién pescado, en las barcas de los pescadores de la zona, puesto que es justo ese lugar donde las subidas y bajadas del mar eran más evidentes y donde se unía el Istmo de la Isleta con la capital.


Como se ha dicho, es  un edificio de art nouveau (modernismo), que ocupa aproximadamente unos 17.000 m2, amparado por cuatro calles, una por cada uno de sus lados, con una entrada en cada una de sus fachadas. Es de planta rectangular, de hierro forjado que fue traído de Bélgica, por ser un material resistente y que haría la construcción del Mercado más rápida. Diseñado por Laureano Arroyo, su construcción fue llevada a cabo por la firma Eiffel en el año 1891. Es curioso que, además de los puestos que hay dentro del propio mercado, fuera del mismo existen locales comerciales, que en un primer momento era para los vendedores de abastecimiento de la zona, pero por cuestiones de higiene se trasladaron al interior, y esa zona exterior se dejó para abrir comercios de otro tipo; hoy en día podemos encontrar desde relojerías, floristerías, zapateros y la zona de tapas, es decir, una gran variedad en un complejo limitado.



También fue importante su construcción con respecto al turismo. Al estar cerca del Puerto de Las Palmas, durante mucho tiempo existieron locales de ventas de productos para extranjeros, desde postales hasta toallas.




Las techumbres de este inmueble son planas, contando en su interior con dos bóvedas planas en el centro del mismo. En la fachada principal encontramos  un frontón que es rematado por una cúpula octogonal, las columnas lisas terminan en su parte superior su capitel en decoraciones florales y volutas, además de zapatas que (a mi parecer) recuerda en cierto modo a las que se encuentran en los elementos sustentantes típicos canarios pero sin perder los detalles del modernismo, es un edificio períptero, en total con unas cuarenta y cuatro columnas en su exterior, y en el interior del edificio, unas veinte. Por último, podemos encontrar elementos de vidrios en los huecos ornamentales y en la cubierta del edificio.





El edificio del Mercado ha sufrido dos intervenciones por parte del Ayuntamiento de Las Palmas, el primero fue llevado a cabo en el año 1946 para llevar a cabo una restauración de las techumbres del edificio y proporcionar una instalación eléctrica al lugar, y en segundo lugar, en la década de los años noventa del siglo pasado, que ha mantenido el edificio tal y como hoy lo podemos ver.

Como curiosidad, decir que los semáforos que se encuentran en El Mercado fueron los primeros instalados en la zona, puesto que la afluencia de gente a diario era muy grande, además de estar situado en frente del edificio de la Pescadería, hoy almacén del grupo de supermercados de Hiperdino.


Espero haber logrado que os entre la curiosidad por el lugar, y si pueden venir por la zona alguna vez, no dejen de visitarlo, puedo dar fe de que se come muy bien y se puede pasar una grata velada en un edificio que ha visto tanto trasiego en un barrio portuario como es La Isleta.



El Mercado del Puerto fue constituido BIC en el año 2005, y lo podemos encontrar en varias plataformas, así que como curiosidad os dejo el facebook del Mercado y un vídeo que me ha gustado.


http://www.youtube.com/watch?v=9GaFBvjUVC4&feature=youtu.be

También os dejo por aquí el código QR que he hecho para esta entrada, si andáis por el Mercado y quieren acceder a esta información, solo tienen que usar el lector de códigos QR de su móvil o tablet:


Aquí pueden ver dónde está colocado el código:



Indagando en el pasado: los objetos cotidianos usados para contar la historia.

sábado, 16 de noviembre de 2013

¿Seríais capaces de imaginar cómo era la vida cotidiana de una persona a través de los objetos cotidianos que unos especialistas han rescatado del subsuelo? ¿Capaces de imaginar cómo podían influir en su vida diaria? Ese es el trabajo que los arqueólogos desempeñan, a diario, en todas y cada una de las excavaciones que se llevan a cabo en el mundo.

Pero muchos estaréis de acuerdo en que es algo que “más o menos” conocemos, pero eso sólo lo podríamos aplicar a los restos de un pasado bastante lejano. En el caso de restos más cercanos, como la propia basura, ¿seríais capaces?.

El Museo Canario está llevando a cabo una exposición, titulada “El Pasado Bajo Nuestros Pies” (http://www.elmuseocanario.com/index.php/es/exposicion-permanente/55-la-ceramica-aborigen-de-gran-canaria) el cual nos habla sobre cómo los objetos de los últimos 500 años de la vida de la ciudad de Las Palmas nos cuenta la historia de la misma y sus ciudadanos. Es el final de esta propia exposición la que inspira esta entrada, en la que se haya una urna con restos de basura, lo cual sería lo que en un futuro podrían encontrar los investigadores si quisieran estudiarnos a nosotros.


En el aula se nos ha presentado una serie de objetos, los cuales debemos usar para contar una historia cotidiana. En mi caso he elegido usar esos objetos para hablar de las mujeres capitalinas de clase “media” en Las Palmas de Gran Canaria. 

La vida de la mujer durante el franquismo, en especial en sus primeros años, era, como se suele decir, de “ver, oír y callar”, de amantísima madre y esposa que debía vivir solo para y por su familia. Como era común, debía su día a día estaba rodeado de los utensilios de cocina, que debían ser de algún material bastante resistente, puesto que en esos momentos no existían cocinas modernas, sino que los alimentos se elaboraban en hogares de madera y fuego, era común también el uso de comida enlatada, por lo menos a partir de los años 50 del siglo XX, que conseguían con las cartillas de racionamiento. Un ejemplo de todo esto sería esta sartén, plato y cubiertos:





Aunque a algunos les cueste creer que así era la mentalidad de la sociedad de la época, un gran parte de las mujeres preferían cuidar de los suyos, puesto que los graves sucesos que estaban viviendo tras la Guerra Civil, hacían que proteger a su familia fuera más que una prioridad. Se dieron muchas enfermedades, y era difícil conseguir medicación, mucha se conseguía a través del estraperlo. Es gracias a esta práctica de comercio “bajo cuerda”, que muchas mujeres pudieron conseguir penicilina y otras medicaciones para sus vástagos. En la siguiente imagen podemos ver un frasco típico que se vendían en las boticas de solución inyectable, alguna medicación, que normalmente las mujeres que no tenían demasiados recursos debían administrar ellas mismas a sus hijos.


Pero esto no era lo único que se podía conseguir a través de ese tráfico. Comida, tabaco, leche, medicaciones, perfumes, vajillas, telas, juguetes…casi todo era posible. He aquí algunos ejemplos, como un bote de perfume (que sabemos que es así por su forma y su boquilla pequeña, preparada para proporcionar pequeñas gotas, y la forma de rosca del tapón que debía llevar) y algunas vajillas de procedencia peninsular, especialmente de la zona andaluza.




Era común en estas casas tener algunos animales para el avituallamiento de la familia, tales como gallinas y cabras, lo cual perduró hasta la década de los años 60 del siglo XX, cuando comenzaron a prohibirse tener animales de granja en las zonas urbanas, por higiene y para prevenir ciertas enfermedades. Era común que la leche diaria de la familia saliera de estos cápridos, y de las crías, la carne para cenas familiares tales como la Navidad. Pero cuando se tuvieron que quitar de las casas estos animales, comenzó a fructificar  la venta ambulante de leche, de puerta en puerta. Puede parecer una ficción propia de las películas que hoy en día vemos en televisión, pero el hecho de que algún zagal fuera de casa en casas vendiendo el pan y la leche era lo más común. En estas imágenes vemos como ejemplos un hueso de cabra y una botella de leche, que ya promociona una conocida marca de leche en las Islas, tal como es la leche Sandra:



Por otro lado, lo más común era que la vestimenta de la familia fuera más bien reducida, con uno o dos vestidos al año, uno para diario y otro para misa. Los zapatos, los que más suerte podían tener, también tendrían dos pares, pero lo más común era un par. Las madres eran las encargadas de remendar y zurcir la ropa para que pudiera durar todo el año, y en el caso de conseguir comprar telas baratas, como por ejemplo por el ya nombrado estraperlo o algún momento de bonanza en su economía doméstica, eran ellas mismas las que realizaban las vestiduras, tanto para su marido e hijos, como para ellas mismas, además de encargarse de hacer las cortinas y colchas que vestían el propio hogar. Aquí encontramos el ejemplo de una hebilla, que probablemente fuera de un cinturón (que podría ser tanto de cuero como de tela), y unas tijeras de hoja larga y terminada en punta, que son las que aún se siguen usando para cortar la tela.



Propuesta de Bien de Interés Cultural: El Parque Santa Catalina.



El Parque Santa Catalina de Las Palmas de Gran Canaria, es un lugar histórico que puede ser presentado como propuesta de Bien de Interés Cultural dentro de ésta misma categoría. Centro de muchas festividades de la capital, el parque nació al abrigo del desarrollo portuario de la misma y creció de la mano de los propios ciudadanos, obreros y comerciantes del puerto, siendo hoy en día un lugar del que todos podemos disfrutar y que narra su propia historia.



En un principio, esa zona era usada como almacén de agua en el puerto, en sus alrededores existía un jardín, que a causa de la humedad que producía este almacenaje, ayudó al crecimiento de las plantas. Pronto, con el auge que vivió el puerto de Las Palmas y tras la construcción del Muelle de Santa Catalina, se fue desarrollando en la zona un pequeño parque, conocido en un principio (y de manera popular) como el de Las Flores, pero que en poco tiempo será renombrado como Parque Santa Catalina.



El nombre del parque vendría dado por la construcción, de sucesivas ocasiones, de  una ermita dedicada a la santa, que finalmente se trasladaría a Ciudad Jardín. El muelle, con su trajín de barcos y obreros, sería lo que daría vida a este Parque. Allí comenzarían a reunirse empresarios para tomar algún refrigerio en sus descansos, los trabajadores aprovecharían el confortable parque rodeado de flores para almorzar con tranquilidad, y los comerciantes empezarían a notar la rentabilidad que podría haber en el parque si instalan allí sus negocios, además de casas consignatarias, carboneras para el abastecimiento de los navíos, transportes y otros servicios, muchas de estas compañías se instalaron en terrenos que pertenecían al Doctor Apolinario, en los alrededores del Parque.



Como ejemplo de estos hechos podemos encontrar dentro de este mismo lugar histórico, dos grandes edificios, relacionados con el comercio portuario, que todo ciudadano de la capital de la isla conoce, los de Elder y Miller, el primero, hoy Museo de la Ciencia y la Tecnología, mientras que el segundo hoy en día es centro polivalente y sede del Centro Coreográfico Trini Borrull.



Estas compañías extranjeras ayudaron a la creación de zonas ajardinadas y lugares de tertulia que ellos mismos disfrutarían, perteneciendo, en conjunto a la Junta de Obras del Puerto, que posteriormente se lo donaría todo al Ayuntamiento de Las Palmas para el mejor mantenimiento del parque, como Parque Municipal. Así pues, durante los momentos de crisis y de guerras, el parque no disfrutó de los momentos de esplendor que había vivido antaño, pero la propia recuperación del puerto tras estos devenires ayudó también a que esta zona se convirtiera en un centro de animación para la ciudad. Muchos músicos que procedían de buques escuelas, rondallas y demás músicos, animarían las noches del parque en fiestas y reuniones muy variadas, a la vez que el propio Parque crecía, con más comercios y bares.



En la historia más reciente, en la memoria de muchos, aún perdura un entrañable personaje que vivía en el Parque y que todos conocían. Efectivamente me estoy refiriendo a Lolita Pluma, una señora que vendía chucherías a los niños que jugaban en el Parque y que siempre estaba rodeada de todos los gatos que pudieran haber por la zona. Llamaba la atención de cualquiera por su curiosa, llamativa y colorida manera de vestir, al igual que por un excesivo maquillaje, de labios “colorados”. Hoy en día, en el Parque, podemos encontrar una escultura dedicada a esta persona, rodeada aún de los felinos que siempre la acompañaban, además de una terraza que lleva su nombre, y varias canciones que la recuerdan.



Cabe destacar también en el Parque, por ser decididamente una de las puertas de entrada a la capital, especialmente por la llegada de turistas extranjeros a través del puerto, la construcción de la Casa del Turismo en 1945, obra de los hermanos funcionalistas Miguel y Néstor Martín Fernández de la Torre, de paredes blancas y con una balconada, que destaca en medio del propio parque, y que ha vuelto a retomar sus funciones de información turística hace poco y que cuenta con una terraza para tomar algún tentempié.



Hoy en día, el Parque Santa Catalina sigue siendo el centro de una vida urbana ligada al puerto, al comercio y los propios ciudadanos. Es sede de los Carnavales de Las Palmas, acto de festejo que reúne a casi todos los carnavaleros de la isla; es el lugar de tránsito para la Cabalgata de los Reyes Magos, que cada año organiza, desde su fundación en 1951, la Casa de Galicia, trayendo ilusión cada año a los niños isleños; y continúa siendo baluarte de la cultura, pues ahí se organizan fiestas variadas, como en otros años el WOMAD, un festival donde varias culturas, gastronomías y músicas se unen.



Así pues, considero la importancia de este Parque por haber sido uno de los lugares que han vivido –y sobrevivido si cabe –a tantos hechos históricos y su relación tan estrecha y cercana con el ciudadano de a pie capitalino, con el crecimiento del puerto, el auge del turismo y ser a puerta de entrada, muchas veces, a una unión cultural que aún continúa.


Recomendación: Museo Casa de Colón de Las Palmas de Gran Canaria

jueves, 14 de noviembre de 2013

La unión que ha existido desde hace muchísimo tiempo, en la historia, del pueblo canario y el americano, principalmente por los trasvases de población de un lugar a otro, es un lazo muy fuerte que aún se mantiene.

El Museo Casa de Colón es un centro dedicado al estudio de la historia de ambos mundos, desde los inicios de la colonización castellana en ambos territorios, y los sucesos que han  ido hermanando ambas culturas. Se inició como Museo en el año 1951 de la mano del Cabildo de Gran Canaria, este centro, además de esta historia conjunta, también es un centro de estudio y difusión de la propia historia canaria. Se realizaron obras para efectuar su apertura, pero se lleva a cabo una segunda inauguración del centro como museo y archivo en el año 1952, definitivamente abierto al público.



El centro se ha sufriendo varias remodelaciones a lo largo de su historia, variando en sí los elementos arquitectónicos que lo componen, manteniendo su forma inicial, de cuando era el edificio de residencia del gobernador de la isla posterior a la conquista de la misma. Además de esas remodelaciones, ha ido añadiéndose al centro un conjunto de edificios colindantes, incluyendo la casa del arquitecto de la Catedral de Santa Ana, la cual se abre al público una vez al año el balcón que usaba este arquitecto para ver cómo iban avanzando las obras de la misma, con una maravillosa vista trasera de la Catedral.

El centro también cuenta con una biblioteca que se puede visitar, con archivos varios, del que destacan los ejemplares relacionados con los estudios de historia americana. En este centro se fomenta la investigación de los estudios americanos y canarios, con charlas, coloquios bienales (Coloquios de Historia Canario-Americana), exposiciones, seminarios, cursos, premios y ayudas varias, además de todo esto, el propio centro edita la revista Anuario de Estudios Atlánticos, desde la década de la fundación del mismo, en el cual se publican estudios varios sobre la historia de Canarias y América, siendo una gran fuente para el conocimiento de la misma.



El museo cuenta con varias salas, la primera está relacionada con Cristóbal Colón y sus viajes, podemos ver la reconstrucción del camarote de una de las pintas; otra de las salas habla sobre la conquista del Archipiélago canario y la relación con el descubrimiento americano; hay salas que hablan de la cultura americana antes de al llegada de los castellanos al Nuevo Mundo; y además de esto podemos encontrar una maqueta de la isla de Gran Canaria, que nos explica la evolución urbana de la misma.

Además de todo este material didáctico, el museo cuenta con colecciones de arte bastante extensas, muchas llegadas a la isla desde la conquista y a lo largo de los siglos modernos, en barcos provenientes de Flandes, un hecho relacionado con la industria de la azúcar que se dio en la isla de Gran Canaria, pero también hay importantes depósitos del Museo del Prado, obras de primera magnitud capaz de sobrecoger en cada pincelada al espectador.

Tallas flamencas actualmente en exposición, procedentes de Era de la Mota.


Es este eclecticismo de investigaciones, conocimientos y arte, que a su vez están unidos entre sí, es lo que le otorga ese interés especial a este museo, y la razón por la cual os lo recomiendo. Aquí os dejo el link de la web oficial, y espero vuestras opiniones.