martes, 17 de diciembre de 2013
Miguel Martín Fernández de la Torre fue un arquitecto grancanario que
destacó en el racionalismo español, siendo la figura principal del racionalismo
canario, hermano del pintor simbolista y diseñador, Néstor Martín Fernández de
la Torre. Este arquitecto fue quien llevó a las islas los ideales
racionalistas, siendo las capitales isleñas un gran marco de variedad de
edificios de este tipo, especialmente en la zona de Ciudad Jardín en Las Palmas
de Gran Canaria, además de ser el nexo
de unión fuera del Archipiélago.
Nació en Gran Canaria en 1894 y
falleció en su isla de origen en 1980. Muy unido a su hermano y su madre, tanto
él como su hermano tuvieron ciertas curiosidades por el arte de manera pronta.
Estudió arquitectura en la Escuela de Arquitectura de Madrid, terminando su
formación en 1920, y durante algún tiempo ejerció su profesión en la Península.
Pronto volvería a su isla de
origen, comenzando a realizar obras arquitectónicas, tanto a nivel privado como
a nivel gubernamental, manteniendo el
gusto por las líneas simples y limpias del racionalismo, como estilo
internacional, diseñando también los interiores de los edificios que realizaba,
algo que se puede ver especialmente en las viviendas, que incluye en sus
diseños los mobiliarios del mismo, por lo que el racionalismo es un estilo que
proliferó bastante dentro de la burguesía isleña, algo que se puede comprobar
yendo solamente de paseo a la zona de Ciudad Jardín.
Después de la Guerra Civil,
continuó su obra, aunque estableciendo ciertos elementos más ecléticos en sus
construcciones, además de integrarse en la arquitectura que el Régimen
franquista pretendía establecer, la llamada “arquitectura de corte nacional”,
así pues se ve un cambio en sus diseños, destacando obras como la Casa del Niño.
También se le encuadra el estilo llamado “neo-canario”, el cual revaloriza lo
que se identifica con lo que se supone que es un estilo canario, y en el cual
se encuentra el Pueblo Canario, junto con el museo dedicado a su hermano, Museo
Néstor, en los cuales trabajaron ambos en los proyectos del mismo.
Entre las obras destacables se
encuentran el Cabildo de Gran Canaria, El Casino de Tenerife, El Colegio
Alemán, la reconstrucción del Teatro Pérez Galdós, y un homenaje a su hermano,
con quien colaboró antes de fallecer, en el Pueblo Canario, con el Museo
Néstor.
La obra que he querido explicar es el Cabildo Insular de Gran Canaria, uno de los edificios
racionalistas de Las Palmas por excelencia, fue encargado en el año 1930 al
arquitecto racionalista Miguel Martín Fernández de la Torre. Se llevará a cabo
varias fases de diseño del mismo, comenzando desde un punto de vista ecléctico
en 1929, pero finalmente el estilo racionalista será el que prime a partir de
1932, por ser el estilo que estaba comenzando un gran auge en todo el mundo,
además del apoyo de la burguesía de la isla que ayudaba al desarrollo del mismo
con la construcción de sus viviendas en este estilo arquitectónico. El edificio
se situó en un solar entre las calles Bravo Murillo y Pérez Galdós, las cuales
eran ejes importantes entre la zona más antigua de la ciudad y la nueva zona de
viviendas de la burguesía, como fue Ciudad Jardí
El Cabildo de
Gran Canaria, como órgano administrativo no había tenido una cede propia desde
hacía bastante tiempo, cambiando de ubicación en diferentes ocasiones y
situándose finalmente en el edificio que nos atañe. Por ello, el arquitecto
distribuye el interior de una manera funcional, y le otorga al edificio en sus
proyectos una representatividad que va de la mano con el órgano administrativo
de la isla. Aún así el edificio sufrirá cambios durante su construcción, que
concluirá en 1942, especialmente relacionadas con el arquitecto que llevó a
cabo su construcción, el señor Laforet, el cual estaba relacionado con el nuevo
régimen político que dirigía el país.
Se puede apreciar su división en
dos grandes bloques longitudinales, y otro lateral más pequeño, con un pórtico con
columnas cilíndricas, con una terraza con jardinera en la entrada del mismo,
elemento que se utiliza para hacer una división entre el principio del edificio
y la propia calle, uniendo el interior y el exterior del mismo. En los años 50
se le añadiría en la entrada del edificio una escalinata lateral en la calle
Bravo Murillo.
Encontramos como principales
materiales constructivos el hormigón, el ladrillo y la estructura de acero, los
grandes ventanales de cristal y estructura tubular en los pasamanos, además de
recuperar el uso de la piedra de Arucas, la cual aporta textura en la fachada,
introducido por Miguel Martín como un elemento duradero en el racionalismo
canario. El interior se estructura funcionalmente con oficinas, sala de
reuniones, servicios, vestíbulo de entrada, y una escalera que une el conjunto
interior y las plantas. Se usa la posición de las ventanas para hacer la
diferenciación de las plantas en la fachada del edificio, puesto que las coloca
de manera retranqueada en la segunda planta, uno dos metros hacia el interior,
creando con ello un balcón o galería cubierta con columnas cilíndricas y con
pasamanos
tubular también.
El edificio en sí es una gran
muestra de la volumetría y geometría que se usa en la arquitectura
racionalista, aunando los elementos principales del uso de materiales nuevos
que a su vez son económicos en su construcción, la relación de los exteriores
del edificio con el interior –más específicamente con la entrada del mismo– y
de elementos florales como los que se encuentran en la jardinera exterior.
En el año 2005 se llevará a cabo
una reforma y remodelación, que se había comenzado a elaborar el estudio en el
año 1994. Se intenta mantener el estilo racionalista, ampliando hacia la parte
posterior del edificio el Cabildo con el llamado Edificio de Cristal. Se le
añadió elementos nuevos, como un cierre de cristal en pórtico de entrada y una
rampa de madera en la puerta del edificio.
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